Superar Dificultades en Pareja

Tal como lo han descrito los expertos desde hace décadas, una relación de pareja recorre diferentes etapas. En cada momento existen procesos fisiológicos y emocionales que, en función de cómo se gestionen, pueden ocasionar desgaste o incluso ruptura. En otros casos, puede ser motivo para salir fortalecido al superar dificultades, pero en general existe un riesgo elevado que las situaciones del entorno puedan erosionar la relación y, cuando no se cuida, se deteriora.

Un cambio de casa o la llegada de una enfermedad, un cambio de horarios o empleo, incluso pequeños cambios que alteren el ritmo habitual de ese hogar, incidirán en ese proceso de readaptación continuo que exige la vida misma, y al que en muchas ocasiones nos resistimos con un amplio abanico de excusas, por miedo, por comodidad…

Una pérdida o la llegada de un nuevo miembro en la familia provocarán un proceso de reajuste  y nuevo encaje de todos los que participan en ese sistema familiar, vivo y dinámico. Las piezas del puzzle se reestructuraran y es posible que los códigos de comunicación o las creencias de fondo establecidas hasta el momento también.

Una situación de post-parto es un claro ejemplo de momento de reajuste, donde además se suman el cansancio de la falta de horas de sueño y la ruptura de ritmos habituales, las contradicciones de la sensación física de cansancio y los momentos emocionantes de felicidad. Para nosotras también se añade el gran baile  de hormonas y sus efectos emocionales que nos regalan. Además del delicado momento de autoestima y reintegración de la nueva autoimagen en proceso constante de cambio…una bomba de relojería para cualquier relación.

Si la pareja se considera un ente vivo, como tal, lo ideal sería que fuésemos capaces de lograr una buena adaptación a los cambios que vayan sobreviniendo, madurando a la par de las exigencias de las nuevas situaciones y que ambos pudieran apoyarse mutuamente. La realidad en muchas ocasiones suele ser diferente a este ideal: no todos vamos al mismo ritmo, ni priorizamos lo mismo, ni somos invariables, en ocasiones escogemos caminos que van en direcciones opuestas hacia dónde camina el otro. Y toca renegociar las reglas del juego, sin grandes renuncias que pasen factura, sin mayor sobreesfuerzo que el justo para poder seguir construyendo una relación sin condicionantes ni desequilibrios.

En términos de resultados, ese ideal se traduce en una relación madura, con una conexión enriquecedora en diferentes planos: intelectual, emocional, físico e incluso espiritual. Con las paradojas propias de esta vida: estable pero cambiante, sólida pero flexible…y feliz a pesar y gracias a las dificultades.

Cristina Ramírez – Psicóloga Colegiada 11230 – www.happysoul.cat

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